En el punto de la historia en el que estamos, nuestro gobierno nos ha traicionado. Pretenden imponer como obligatorias medidas sanitarias destinadas al exterminio de la mayor cantidad posible de población. No te permiten respirar (mascarillas) y te obligan a inyectarte nanotecnología que boicoteará tu sistema inmunitario para que funcione en tu contra.
¿Cómo es posible?
En nuestra sociedad primitiva, funcionamos por instinto de supervivencia. Depredadores y presas. El más grande se come al más pequeño. Por eso hemos sido entrenados desde niños en la escuela para obedecer a las autoridades sin cuestionar. Nuestra falta de conciencia ha dejado a los depredadores gobernar a sus anchas sin saber lo que estaban haciendo. Sacrificios humanos, pedofilia, torturas. Es la vida diaria de los que están en el poder, cuya mente psicopática de depredador entiende que para estar arriba tiene que machacar a los de abajo. Y eso lo entendemos, porque no sabemos qué es la asertividad ni una relación igualitaria. Así que creímos en ellos, pusimos nuestras vidas a su disposición y los obedecimos ciegamente. Y ahora nuestro futuro está en peligro. Si seguimos obedeciendo, estaremos muertos.
El Universo nos pone en esta situación para evolucionar en conciencia.
Los que se abran de mente podrán recibir la inspiración de su Yo Superior y tener la creatividad necesaria para imaginar alternativas. Podrán construir y vivir en una nueva sociedad más civilizada e igualitaria, sin explotar al prójimo. Si no hay presas, no hay depredadores.
Los que sigan sólo a su instinto de supervivencia y obedezcan al más fuerte para evitar amenazas, se inyectarán el veneno y estarán muertos.
Una sociedad igualitaria, donde todos se respetan mutuamente, no es una utopía. De hecho, es una constante universal. Nuestro primitivo planeta destaca en el cosmos por ser uno de los pocos que no la tiene. Simplemente no estamos informados de ello porque nuestros gobernantes, a los que creemos ciegamente, nos ocultan esta verdad para poder esclavizarnos mejor.
Las asambleas vecinales no son algo nuevo. En España, en el año 2011, los escándalos continuos de corrupción política y los desahucios de los bancos que dejaron a mucha gente sin hogar provocaron el movimiento 15M, en el que los ciudadanos se reunieron en las plazas y en los barrios para protestar, parar desahucios y buscar soluciones independientemente de los políticos.
¿Por qué falló el movimiento 15M?
El nombre del causante es Pablo Iglesias, y el nombre del partido político, Podemos.
Resumieron las ideas del colectivo y usaron un marketing que las hiciera atractivas. Se presentaron como un grupo de jóvenes idealistas y cultivados con carreras universitarias y atrajeron toda la atención en los programas de televisión. La gente dejó de reunirse y organizarse en las calles y en las plazas, y volvieron a prestar atención a los políticos y a la televisión.
Volvieron a dejar de confiar en sí mismos. Volvieron a delegar su poder a los depredadores. Volvieron a dejarse manipular por los programas de control mental.
Seguir a líderes es peligroso.
La obediencia es la causa de la esclavitud. Los gobernantes del mundo lo saben bien, y por eso utilizan a figuras influyentes para que la gente los siga como corderos en las redes sociales. Usan a voces controladas por ellos que hablan por el resto de la población.
Por eso no hay que dejar que nadie hable por nosotros, y organizarse localmente y en persona. Si existiera una red de asambleas vecinales, éstas decidirían. Los vecinos decidirían por sí mismos. Los políticos no tomarían las decisiones por gente con la que no empatizan ni son capaces de identificarse en su modo de vida, ya que se consideran a sí mismos por encima del resto.
Nadie conoce mejor los problemas de la comunidad que la comunidad misma.
Nadie sabe mejor quiénes son los más vulnerables, o los más capacitados para ayudar, o cuáles son las debilidades y las fortalezas del lugar. Las asambleas pueden organizar a la gente en equipos de rescate, de ayuda, de protección. Pueden organizar a voluntarios para resolver los problemas. Pueden organizar los recursos (viviendas, alimento, ropa, agua, energía eléctrica) y distribuirlos entre los vecinos. El dinero sólo son números en un ordenador o pedazos de metal o de papel. No puedes comerlo, beberlo, o vestirlo. No puede calentar tu casa, darte ideas, arreglarte una avería, sanar tu enfermedad o enseñar a tus hijos.
Los recursos que nos da la Tierra o que producen otras personas es lo que necesitamos para sobrevivir. El servicio o ayuda de las personas es lo que pagamos con dinero, y si no se vendieran al mercado, no tendríamos que pagarles. De hecho, el dinero fue creado para comprar el poder creativo de la gente. Tu foco de atención crea tu realidad, y los amos del dinero lo saben. Cuando te pagan con dinero, están comprando la clase de realidad en la que quieren que vivas. Una realidad en donde ellos dictan qué es lo que tienes que hacer y en qué tienes que enfocarte. Pero imagina una sociedad en la que cada cual hiciera lo que mejor sabe, quiere o puede hacer, y lo pusiera al servicio del resto. Gratuitamente.
Al no funcionar con dinero, las asambleas no buscarían lucrarse como los ayuntamientos, ni podrían corromperse. Funcionarían como intermediarias, poniendo en contacto a los miembros dentro de la comunidad. Le darían voz a las personas con problemas y escucharían a aquellos que tienen soluciones que ofrecer.
Para que las asambleas triunfen y no vuelvan a ser frustradas por los equipos de inteligencia al servicio de la élite, es necesario que las diferentes asociaciones civiles, profesionales, empresariales y militares dejen de reconocer la autoridad de los políticos y las reconozcan a ellas. Dejar de obedecer a los depredadores para en su lugar proteger a los vulnerables. Trascender la mentalidad de lucha por la supervivencia y cambiarla por una mentalidad de ayuda, protección y cooperación.
