Los gorriones entonan dulces melodías junto a mi ventana. Quisiera poder ser tan dulce como ellos. Quisiera poder volar. Pero estoy aquí, recluida en mi celda un día más, preguntándome cuándo se terminará todo esto.
Parece que haya pasado toda una eternidad, y Jungkook no llama por
teléfono. Ni siquiera me ha mandado recado por algún sirviente. No sé ni dónde
está. Sólo deseo que la pequeña gran luz de su corazón siga alumbrando, como
faro que le guía en medio de la oscuridad.
A veces quiero llorar, y que mis lágrimas hagan juego con la lluvia que
parece caer sin final. Eternidad con fecha de caducidad. Aquí todo sigue igual,
pero es diferente. Como si el tiempo, al pasar por las mismas personas, lugares
y situaciones, los cambiara.
La misma calle por la que paseaba de niña, ya no es la misma calle por
la que paseaba de niña. Ahora está en el mismo lugar, pero significa una cosa
diferente. Las personas son diferentes. Las aceras son diferentes. Incluso los
comercios son distintos. Algunos cambiaron por completo. Otros tan sólo se
movieron de lugar. Otros desaparecieron. Otros se han modernizado con los
tiempos.
Sea como sea, todos significan algo distinto. Ya no son los mismos
comercios junto a los que pasaba de niña, incluso los pocos que siguen igual.
Lo mismo, al volver otra vez, es diferente.
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