Foto: Marta Santos |
Eras tú. Suenan campanas a lo lejos. Las plumas se adormecen, muertas, dejándose guiar por el viento. Nunca es demasiado tarde. Te volveré a ver, y entonces volverá a haber lágrimas. Es oscuro este lugar, tan oscuro como no lo ha sido nunca. Pero veo una luz, y eres tú. Vuelves a llamarme sin saberlo, y yo tapo mis oídos con mis manos, pero no puedo dejar de oírte. Nunca dejas de hablar, eres una criatura ruidosa. Te quiero. Pasarán siglos antes de que vuelvas a besar mis labios. Espero que sepas hacerlo.
Es
extraño, porque se hace tarde, y no hay reloj. ¿Quién sabe qué es
lo que planean las sombras? Ven, grítame una vez más. Es doloroso
oírlo. Lo necesito. Vuelve a llorar. Quizás quieras hacerlo. Yo no.
Me entierro entre montañas de arena, y no hay ruido. El silencio me
dice que estoy viva. Recuerdo que había una playa. Es necesario
volver. Recordar que hubo un tiempo pasado. Pero no hay reloj. Es
eterno. No hay luz, pero sí hay luces. Se puede brillar en la
niebla.
No
escuches mis palabras, te harán daño. No quiero que me escuches.
Escúchame. Lo sé, te necesito. La locura no es más que un
sentimiento que se niega una y otra vez. Me dejaré arrastrar, ¿acaso
hay más remedio? ¿Por qué estoy aquí? Quizás sea necesario
oírlo. Necesito tus brazos otra vez. Eres de mentira. Me mientes. No
lo necesito. Quiero... quiero algo. ¿Sabes tú lo que es?
Estoy
cansada, hay demasiada melancolía en este día de sol. Puedes ver
nieve si lo deseas, ella volverá a ti. Pero no estará fría. Esta
vez no. Esta vez será cálida, y te envolverá en un agradable
abrazo maternal. Es lluvia. No moja. La verdad está oculta entre los
símbolos de la naturaleza. Hay más cosas de las que jamás llegarás
a imaginar, si te sigues mintiendo.
Ya
no hay campanas. Había muchas campanas. Me gustaban.
0 comentarios:
Publicar un comentario