Foto: Marta Santos |
—¿Por qué...?
—¿Por qué te he seguido,
quieres decir? — le interrumpió Sonia. Armando cerró la boca,
sorprendido.
—Es fácil. ¿Por qué
crees que una criatura sobrenatural, perfecta y hermosa, habría de
juntarse con un humano?
El pescadero continuaba
inmóvil, en silencio. No se creía capaz de responder, aunque muy en
el fondo, su corazón podía intuir la respuesta.
—Porque la perfección es
el mayor de todos los castigos— continuó ella sin inmutarse—.
Una vez que se alcanza, ya no hay más metas que perseguir. La vida,
la emoción, deja de fluir. Eres un autómata que repite movimiento
perfecto tras movimiento perfecto por toda la eternidad—. Los ojos
hastiados de Sonia le mostraban con más viveza al pescadero todo lo
que ella quería decir.
—Quería ser imperfecta,
Armando. Quería ser imperfecta como tú.
Él agachó la cabeza,
avergonzado. Le daba la impresión de ser un ente no sólo más
repugnante que Sonia, sino también más afortunado. Aunque fuera
paradójico.
—Tranquilo — le sonrió
ella, levantándole la barbilla con sus delicados dedos—. Sabía
que tarde o temprano esto iba a pasar, que me ibas a descubrir. Pero
me da igual, estoy preparada para afrontar las consecuencias. Ahora
he de irme a Leipzig.
Sonia comenzó a vestirse,
mientras el pescadero la miraba extrañado.
—¿A Leipzig? ¿Y cuándo
volverás?
—Nunca, Armando.
La elfa, con el vestido
blanco ya abotonado, lo miró a los ojos por última vez. Su
expresión fue impenetrable para el hombre. Nunca llegó a saber qué
le quiso decir durante aquellos instantes de cristal. Si "gracias",
si "perdóname", si "es mejor así". Ella
desapareció etérea tras aquella puerta, tan etérea como había
llegado hasta él.
Armando tampoco supo nada
del juicio que le aguardaba a Sonia en los bosques colindantes con
Leipzig. Junto a aquella ciudad alemana se encuentra el consejo de
sabios del mundo élfico, formado por los cinco Primigenios. Aquellos
que existen desde el inicio de los tiempos. Y su ley es implacable:
"El mundo humano debe desconocer por completo nuestra
existencia. La sentencia para todo aquel elfo que se atreve a
mezclarse con los hombres y a presentarse ante ellos tal cual, es ser
desposeído del don de la vida."
Sonia, impelida por su
fuerte sentido de la responsabilidad, acudió junto a ellos. Y allí,
a trescientos kilómetros de la casa de Armando, su colgante fue
desactivado. El colgante personal que posee cada elfo, que contiene
el escudo de la familia a la que pertenece y que simboliza su vida. A
partir de ese momento, utilizó las dos semanas que le restaban de
vida para volver al bosque que le vio nacer. Y allí, rodeada de la
tierra que le era familiar, se recostó sobre las raíces de un pino
a descansar para siempre.
FIN
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